A finales de los sesentas, los desarrollos sobre
semiconductores para aplicaciones generales en la informática de George Smith y Willard
Boyle, fructifican en la invención de un dispositivo en estado sólido, capaz de
transducir los valores de brillo de la luz incidente en datos procesables. A ésta
revolucionaria tecnología se le denominó como CCD (Charged Coupled Device).
Los CCD’s fueron adoptados inicialmente en las cámaras de video de estado sólido y
paulatinamente, encontraron su sitio en la fotografía fija donde gracias a su reducido
tamaño, lograron ser incorporados hasta en diminutos dispositivos de captura que hoy,
ocupan un lugar de relevancia en los teléfonos móviles.
A pesar de que las cámaras digitales aún no pueden ofrecer una calidad de imagen
comparativa con la película fotográfica, fueron logrando desplazar a sus antecesoras por
diversas ventajas:
- Reducción en peso y dimensiones de los equipos.
- Menor costo de fabricación.
- Eliminación de mecanismos de arrastre y algunas partes del sistema de obturación.
- Capacidad de registrar y guardar cantidades de fotogramas muy superiores a las de la
película fotográfica.
- Incorporación de funciones electrónicas que influyen directamente en la calidad de la
imagen (compensaciones, filtros, y estabilización entre otros).
- Tal vez la más impactante de las ventajas en los albores de la fotografía digital: La
posibilidad de visualizar la imagen inmediatamente después de tomarla y en diversos
medios electrónicos.
- La acelerada expansión en el uso del Internet y las redes sociales a nivel global,
confirió una ventaja adicional a la fotografía digital: La capacidad de distribución
masiva por medios electrónicos.
Posterior al CCD, se desarrolló el CMOS, con una aproximación tecnológica muy
similar a la del CCD pero al que se le reconocen ventajas adicionales como:
- Menor consumo eléctrico.
- Menor costo de fabricación.
- Un esquema de flujo de información simultánea más eficiente (grupos de píxeles
pueden ser expuestos y leídos al mismo tiempo).
Los fotosensores pueden estar integrados por un cierto número de fotositos, que son
las unidades sensitivas capaces de captar y reaccionar ante la luz. Cuantos más fotositos
integren la matriz, mayor es la capacidad de muestreo que posee el sensor y con base a
éste parámetro, se determina la resolución de una cámara.
Los modelos comerciales del tipo compacto poseen un nivel de resolución entre 3 y 10
megapíxeles, lo cual en términos de calidad de imagen, implica la posibilidad de
realizar una impresión hasta de 20 x 30 pulgadas (51x76cm) con excelente calidad.
Las cámaras compactas avanzadas, compactas de lentes intercambiables y SLR digitales,
incrementan considerablemente la calidad de imagen a partir de los 10 megapíxeles y en la
actualidad, modelos semiprofesionales y profesionales ofrecen un muestreo hasta de 36
megapíxeles y aunque éste nivel de definición sería más que suficiente para
prácticamente cualquier aplicación en la industria de la imagen, los sensores digitales
también han logrado introducirse en el ámbito profesional del formato medio, donde
cámaras de mayor envergadura estructural y óptica, pueden utilizar respaldos digitales
con capacidad de rendir 80 megapíxeles.

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